Te propongo que en un cuaderno escribas una carta a quien fuiste de niña. Puedes ayudarte si consigues una foto tuya, de tu infancia y puedas mirar a esa niña a los ojos y hablarle desde la adulta que eres hoy. Lo más valioso es si escribes de puño y letra esta carta, y la puedas firmar para ti misma, con todo el amor que te tienes y con todo el cuidado que te mereces.
¿Qué le puedo decir a mi niña interior?
«Hoy soy una adulta capaz de cuidarte, de verte, de escuchar todas tus necesidades y de hablar por ti. Soy capaz de avanzar en esta vida y de conseguir cumplir tus sueños para honrarte, para alegrarte y para que te sientas orgullosa de mí. Me comprometo a nunca soltar tu manito pequeña, a estar donde te sientas feliz, a nutrirte y a respetarte. Ahora estamos juntas y yo me hago cargo de ti, nunca más estarás sola, nunca más te sentirás triste, porque yo seré quién te guíe. Te amo.»
Tu carta puede ser más extensa, fluye todo lo que necesites y deja que el lápiz se comunique en el papel. Lo importante es que todo este mensaje se lo transmitas de manera genuina y honesta. No juzgues tu proceso, no hay malas palabras ni malos sentimientos.
Para finalizar, cierra los ojos e imagina a tu niña interior envuelta en una luz blanca que nace desde su pecho, protegida y expandida a través de su propia luz. Imagina que está en tu corazón y es la pieza vital de ti, de todo tu ser.
Cierra este espacio agradeciendo a tu propio proceso, por mostrarte tus heridas y permitir sanarlas.
Si este ejercicio removió algo importante en ti y necesitas hablar, escríbeme a mi Instagram @belencamposbedwell
Te abrazo fuerte!
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